Julio Ortega Tous
-DE EL LISTIN DIARIO, MATUTINO DOMINICANO-
El resultado de las recientes elecciones de medio término en Estados Unidos tendrá un fuerte impacto en la política de libre comercio en general. Desde que fue aprobado por estrecho margen el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o NAFTA por sus siglas en inglés, los sindicatos estadounidenses y el partido demócrata en general, han incrementado su oposición respecto a nuevos acuerdos de liberalización comercial.
Por su parte, a pesar del presidente Clinton haber apoyado el NAFTA, luego de su llegada a la Casa Blanca, ningún TLC, regional, bilateral o multilateral fue ratificado. El Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) comenzó a estancarse al enfrentarse dos puntos de vista distintos: el de los Estados Unidos y el Brasil. El mayor logro de Clinton fue poder terminar el proceso de negociaciones de la Ronda Uruguay y el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio en 1995. Recuérdese que en las elecciones de 1992, la oposición al NAFTA unió tanto a demócratas como al candidato independiente Ross Perot, que unido a los malos resultados económicos de la administración de Bush padre, produjo la derrota de la reelección de este último y el ascenso de la era Clinton.
Desde entonces los republicanos lograron el control del Congreso hasta las últimas elecciones de noviembre pasado. Sin embargo, en lugar de disminuir la actitud tradicional de los demócratas frente a la liberalización del comercio, la misma se ha ido radicalizando, junto con un sentimiento de que esa política afecta los trabajadores tanto de los Estados Unidos como a los de los países concernidos. El caso de la ratificación del Tratado de Libre Comercio entre América Central, República Dominicana y los Estados Unidos, el DR-Cafta, ha sido un claro ejemplo de la actitud demócrata.
Las declaraciones de la futura Presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, es la mejor ilustración de lo anterior. La señora Pelosi dijo claramente en su intervención a nombre del bloque demócrata que “El Tratado de Libre Comercio con América Central que la administración Bush firmó hoy es una oportunidad desaprovechada. Podríamos tener un acuerdo que hubiera incrementado el comercio a la vez que protegido los derechos de los trabajadores y el medioambiente, y hubiera estado orgullosa de haber apoyado un acuerdo de ese tipo. Pero dándole la espalda a las preocupaciones expresadas por miembros del Congreso de ambos partidos, y haciendo caso omiso a los estándares en trabajo y medioambiente, la administración Bush ha negociado un acuerdo que tiene pocas posibilidades de triunfo”.
En el voto que se llevó a cabo para la ratificación congresional del Cafta, la señora Pelosi hizo una declaración aún más radical contra la aprobación del mismo y llamó a sus contrapartes en la Cámara Baja a oponerse al mismo. A pesar de que 15 diputados del Partido Demócrata aprobaron el acuerdo, el sentimiento de la mayoría aplastante de los miembros de ese partido ha sido y es contrario al acuerdo. La pregunta pertinente es que hoy que han ganado una clara mayoría en las pasadas elecciones del 7 de Noviembre y que la señora Pelosi será instalada como la Presidenta de la Cámara ¿Qué puede pasar ahora? ¿Puede afectar el triunfo demócrata el ya ratificado pero no implementado acuerdo?
Desde el punto jurídico y procedimental el Cafta está fuera del alcance de la oposición demócrata. La autoridad otorgada al ejecutivo a través del conocido “fast track”, sólo le permite al Congreso aprobar o rechazar el acuerdo. Más problemático será el caso de los TLC firmados y en proceso de ratificación con Perú y con Colombia. Sin embargo, considerando la fuerte influencia que tienen los sindicatos cercanos al Partido Demócrata y los grupos de activistas del medioambiente, que fueron los dos argumentos centrales de los demócratas para votar contra el Cafta, es probable que investigaciones y acciones en estos dos planos puedan llevarse a cabo por parte del nuevo congreso.
La Ronda Doha en la OMC, que ya había sido “suspendida indefinidamente” puede que sea la primera víctima del triunfo demócrata. Si la administración Bush mucho más proliberal y favorable al libre comercio, con un Congreso republicano apoyándole, no tuvo la capacidad política para desmantelar los subsidios agrícolas que han sido a la larga los que más han pesado para impedir un acuerdo en la OMC, es mucho menos probable que esto pueda lograrse en las actuales condiciones.
El “fast track” se termina a mediados del próximo año, pero en todo caso, cualquier acuerdo debe ser introducido al menos con seis meses de antelación a la expiración de la llamada autoridad comercial. Por ello es importante proyectar cuál será la actitud del próximo congreso respecto al Cafta, que aunque ratificado para el caso de nuestro país, y en vigencia para cuatro países centroamericanos (El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua). Aún ratificado, pensamos que el Congreso puede entorpecer aspectos importantes de su puesta en vigor. Los dominicanos hemos hecho todo lo requerido para que el acuerdo entre en vigencia, y “más allá”, como dice el personaje de Buzz Ligthyear. La asimetría de las partes y la forma de negociar de los estadounidenses han hecho que los sacrificios dominicanos sean grandes. Incluyendo pero no limitado al área fiscal e institucional. Ahora es necesario saber si el debilitamiento de la autoridad comercial de la administración por el tsunami demócrata también afectará la implementación de tratado. No basta con asegurarnos en textos. Hay que saber de primera mano, qué hará el nuevo Congreso.
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