Friday, January 26, 2007

Lula se presenta en Davos como el gran integrador de América Latina

Armado con su segundo mandato y "su experiencia" acumulada, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, según él mismo afirmó, se presentó ayer en el Foro Económico Mundial de Davos como el gran integrador de América Latina, una integración que tiene que ser "física" -con autopistas, telecomunicaciones, gasoductos y oleoductos- y "comercial, política, económica y cultural", pues hará que la región crezca.

La intención declarada de Lula es que todos entren en Mercosur, propósito con el que no se mostró de acuerdo el presidente mexicano, Felipe Calderón. Éste ve para su país -que según un informe de Goldman Sachs que citó se convertirá en la quinta economía del mundo- un papel de "eslabón" con EE UU, la UE y el Pacífico, y cree que hablar tanto de integración puede generar desunión.

América Latina ha regresado a Davos, con muchos datos a su favor, entre otros la generalización de buenas cuentas públicas y la reducción de los que están en el nivel máximo de pobreza, que han pasado de 98 a 78 millones, según José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos, aunque esta lacra y la desigualdad siga pesando en la capacidad de crecer.

Las ventajas mexicanas

Calderón presentó las ventajas de México para lograr sus objetivos en los próximos años en el petróleo, la biodiversidad, la posición geográfica estratégica, un riesgo-país bajo y una sociedad joven, de 27 años en promedio. El recién estrenado presidente mexicano fue en su día designado como "joven líder global" por este Foro (Merkel y Blair también lo fueron). Ahora bien, aunque la sesión colectiva se celebró bajo el título de América Latina amplía sus horizontes, es significativo que el plenario, que estaba a rebosar para escuchar al rey Abdalá II de Jordania, se quedó a media entrada para esta discusión o para oír los mensajes individuales de Lula y Calderón.

Éste ha sido un Lula mucho más seguro de sí en Davos, que el que vino del Foro Social de Porto Alegre cuatro años atrás para presentar su globalización con rostro humano. Además de desgranar su programa económico ortodoxo (con superávit fiscal y comercial) y social avanzado para un Brasil que ha de crecer, lanzó un mensaje muy claro: los países europeos y EE UU deben aceptar reducir sus subvenciones a la agricultura para que la Ronda de Doha sobre el comercio internacional tenga éxito y los países más pobres puedan exportar y dejar de ser "la escoria de la tierra". Lula presentó el acuerdo a lograr como "político", "no económico".

El otro mensaje se refería a América Latina, con un triple contenido: la democracia (en sí y como garantía para que los sectores más pobres mejoren) y la integración regional. Para ésta reclamó grandes infraestructuras, como el gasoducto de Argentina a Venezuela, la autopista de Perú al Atlántico o aerolíneas más avanzadas.

Para todo ello fue muy consciente de que para estos proyectos necesita de capital privado. Sólo para Brasil hasta 2010 va a requerir 236.000 millones de dólares (de los cuales 130.000 millones son para servicios sociales). Ante la audiencia selecta de Davos, con empresas que presentan 1/5 parte del PIB mundial presentó la Ley de Partenariado Público-Privado, aunque también avisó de que el Gobierno no podrá esperar a que las empresas se decidan con su habitual lentitud. "¿Seguimos siendo capitalistas reticentes?", se había preguntado en otra sesión un ex presidente mexicano.

Aunque discreparon sobre la integración regional, Calderón y Lula coincidieron en la necesidad de reforzar la democracia y luchar contra la inseguridad y la violencia ciudadana. Para Calderón, las diferencias en América Latina "no son entre izquierda y derecha", sino entre "futuro y pasado". En éste situó las "dictaduras vitalicias" y el alejamiento del mercado que, dijo, es tan necesario como el Estado.

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