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El 2% de los más ricos del planeta tiene más del 50% de los activos globales. En contrapartida, la mitad más pobre se reparte apenas el 1% de la riqueza.
Nota del editor:
Mañana muy temprano iré a buscar a Mike Blooberg o Donald Trump, para que me entreguen mi parte; porque no tengo un centavo y lo necesito urgente. Investigue usted como lo hice yo quién tiene lo suyo. (MI)
-DE LA GACETA DE TUCUMAN, ARGENTINA-
¿Usted tiene 20.500 dólares? Si la respuesta es no, sepa que, por promedio, le corresponden. Ahora, si tiene más, sepa que hay alguien que, por su culpa, está teniendo menos.
El número no es caprichoso, sino que resulta de dividir por toda la población adulta del planeta la cantidad de riqueza que anda dando vueltas por él.
Aunque, en realidad, dar vuelta es una forma de decir, porque según un estudio del Instituto Mundial para la Investigación Economía de la Universidad de las Naciones Unidas, las fortunas no se mueven tanto: el 2% de los adultos más ricos del mundo tiene más del 50% de los activos globales.
En contrapartida, la mitad más pobre de la población mundial adulta se reparte el 1% de la riqueza que hay en él.
Ahora, si usted tiene medio millón de dólares o más, pertenece al 1% más rico del planeta. Esa élite de dividendos está compuesta por 37 millones de personas. Pero si no está entre ese grupo de elegidos, todavía tiene chances.
Con sólo 2.200 dólares en su capital ya estará por encima de la mitad de la tabla y, si por una de esas casualidades tiene 61.000 dólares, usted pertenece a la nada despreciable proporción del 10% más rico del mundo.
La repartija, como es de suponerse, favorece no sólo a personas, sino también a países. Los de Europa, América del Norte y algunos de los más acaudalados de Asia – Pacífico se quedan con el 90% de la riqueza mundial.
El caso de la región del norte de nuestro continente, a los fines de la equidad, es ejemplificadora: con el 6% de la población mundial acapara el 34% de la riqueza.
Para explicar el fenómeno, no sólo hay razones económicas, sino también sociales, culturales, políticas e históricas. No en vano muchos de los que hoy la pasan bien han sido o son los encargados directos de que otros la pasen mal.
La pobreza no es intrínseca de ninguna nación sino que, por razones (desfalcos, saqueos, robos, corrupciones) internas o externas, le supo ser generada.
Lo cierto es que partiendo de una base sólida, las diferencias se van acrecentando a medida que la torta crece. Los países pobres, en cambio, parecieran cada vez más confinados a ocupar los lugares menos deseables del banquete.
La forma de guardar la riqueza es un indicador interesante en este sentido. Mientras que los países pobres invierten en propiedades, tierras y activos agrícolas, en los de medianos recursos hay una inclinación por el ahorro en efectivo mientras que los países avanzados, con sectores financieros desarrollados, invierten en acciones y otros activos financieros más sofisticados.
El estudio, oficia como un disparador inagotable de preguntas, toda vez que desnuda hasta las entrañas la filosofía del capitalismo. De hecho, cuando Carlos Marx analizaba el origen del capital ya señalaba la existencia de este fenómeno de concentración y denunciaba la inequidad que esto generaba.
Demonizado por ajenos y destrozado por las prácticas que de sus teorías se hicieron (en la Unión Soviética, en la Europa del Este y en Cuba, por nombrar sólo los casos más conocidos), el trasfondo de humanidad que sobrevolaba en esas enseñanzas ha quedado en el olvido.
Por eso, seguramente, usted no tenga sus 20.500 dólares.
Fuente: Alcides Cepeda, Agencia MP
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