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Ahora que la FAO estima que para 2015 el hambre afectará a 100 millones de personas más, jefes de estado y dirigentes de todo el mundo se reúnen en Roma para la "Conferencia Cumbre de la FAO sobre Seguridad Alimentaria Mundial y los Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía".
El movimiento campesino internacional Vía Campesina saluda el súbito interés de alto nivel en la agricultura y la producción de alimentos, pero recuerda a los gobiernos y a las instituciones internacionales que la actual crisis de la alimentación y el clima no es resultado de ningún desastre natural inesperado, sino el fruto de décadas de "liberalización" del comercio y de integración vertical de la producción, el procesamiento y la distribución por las grandes empresas agrícolas.
Por lo tanto, los gobiernos deben asumir toda la responsabilidad por la actual crisis y tomar medidas radicales para resolverla.
Aun cuando producen alimentos, la mayoría de las familias de agricultores padecen los altos precios de la comida igual que los trabajadores urbanos. Muchas de ellas no son dueñas de las tierras que trabajan, producen para la exportación o para pagar sus deudas, o bien son asalariados rurales.
Desde hace décadas se viene obligando a los gobiernos a abrir sus mercados e importar alimentos. Los países han perdido la capacidad de autoalimentarse y han pasado a ser excesivamente dependientes de los precios del mercado mundial. A eso se deben, en parte, las recientes revueltas del hambre en varias partes del mundo.
Bajo el principio del "libre comercio" los alimentos son considerados ahora mercancías iguales a cualquier otra, sujetas al afán de lucro y a los juegos financieros. Las alzas actuales de los precios se deben principalmente a la especulación de grandes comerciantes e inversores, porque ahora la producción de alimentos compite con la de agrocombustibles, lo que empeora la crisis, igual que el cambio climático.
Además, los gobiernos han desmantelado las políticas agrarias que apoyaban la producción de alimentos y ahora en cambio apoyan a las compañías transnacionales que producen semillas, pesticidas, fertilizantes y alimentos, para que sigan fortaleciendo su control de la cadena alimentaria. El desarrollo de la agricultura industrial ha destruido el medio ambiente y sobreexplotado los suelos, y contribuye enormemente al calentamiento global (genera entre 17.4 y 32% de los gases de invernadero). Mientras tanto, muchas familias de agricultores han sido expulsadas de sus campos y empujadas a la pobreza. Con base en esa experiencia, los agricultores y pequeños productores de alimentos hoy rechazan las promesas de lo que llaman "Nueva Revolución Verde" y las semillas "milagrosas" como los OGM.
Los pequeños agricultores familiares y productores de alimentos reunidos en La Vía Campesina lamentan que se impida la participación de la sociedad civil en la reunión de alto nivel de la FAO, y advierten a los jefes de estado que es hora de que los gobiernos se concentren en la producción sostenible de alimentos en pequeña escala y en los mercados locales. Eso permitirá que los suelos se regeneren, así como ahorrar combustibles y reducir el calentamiento global. Además dará empleo a millones de agricultores, pescadores, pequeños ganaderos y todos los que están alimentando a la población del mundo.
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