Wednesday, November 01, 2006

Dice estudio del BM remesas familiares no sirven al desarrollo


Estudio del Banco mundial: Remesas no sustituyen políticas de desarrollo
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Las remesas enviadas por los trabajadores residentes en el exterior hacia sus lugares de origen son positivas para el crecimiento y la lucha contra la pobreza en América Latina y el Caribe (ALC), pero no son sustituto de políticas de desarrollo sólidas en los países, señala un nuevo estudio del Banco Mundial difundido hoy aquí.

El estudio se denomina “Cerca de casa: el impacto de las remesas en el desarrollo de América Latina”.

Las transferencias de dinero que los emigrantes envían a sus países de origen han ayudado a aumentar el crecimiento, luchar contra la pobreza y mejorar los indicadores de educación y salud en la región. Sin embargo, el estudio dice que los beneficios de estos flujos se han sobreestimado sin tomar en cuenta algunos de sus costos.

“Las remesas son un motor para el desarrollo, pero en ningún caso pueden sustituir la aplicación de políticas nacionales sólidas en los países”, indicó Humberto Lopez, economista senior del Banco Mundial para América Latina y el Caribe y co-autor del informe. “A pesar de ser positivas, sus efectos sobre la pobreza y la desigualdad son bastante modestos en la mayoría de los casos”.

Por cada uno por ciento de aumento de las remesas como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), la fracción de la población que vive en la pobreza se reduce en un 0,4 por ciento. Además, se estima que el aumento de 1,6 por ciento en estos flujos como porcentaje del PIB ocurrido entre 1991 y 2005 se tradujo en un incremento de 0,27 por ciento en el crecimiento del PIB per cápita.

Cerca de casa sostiene que las remesas se han convertido en una fuente de financiamiento importante para los países en desarrollo y en especial para América Latina y el Caribe, que es la principal región receptora de estas transferencias en el mundo. En 2005, las remesas en ALC sumaron cerca de US$48.300 millones. En términos de volumen, México es el mayor receptor de remesas del mundo, con aproximadamente US$21.800 millones al año. Colombia ocupa el noveno lugar con US$3.800 millones y Brasil el onceavo sitio con US$3.500 millones.

Las remesas son especialmente importantes en Centroamérica y el Caribe. En 2004, representaron un 52,7 por ciento del PIB de Haití y 17, 16 y 15 por ciento del PIB, respectivamente, en Jamaica, Honduras y El Salvador. Las transferencias también superaron el 10 por ciento del PIB en Guatemala, Nicaragua y República Dominicana.

“Las remesas ayudan a las familias de escasos recursos a enfrentar perturbaciones económicas negativas, aumentar los ahorros y a mantener a los niños en la escuela”, señaló Pablo Fajnzylber, economista senior del Banco Mundial para América Latina y el Caribe y co-autor del informe. “Para aprovechar al máximo sus beneficios, hay que redoblar esfuerzos para mejorar el clima de negocios, incorporar a los emigrantes y sus familias al sistema bancario y encarar las posibles reducciones en la oferta de mano de obra y sobrevaluación del tipo de cambio”.

Según Cerca de casa, las remesas tienen efectos dispares en la pobreza y la desigualdad en los diferentes países. En lugares como México, El Salvador, Guatemala y Paraguay, los hogares que reciben transferencias corresponden principalmente al segmento más pobre de la sociedad, mientras que en otros, como Perú y Nicaragua, tienden a beneficiar más a la clase media. Por su parte, los datos de censos realizados en Estados Unidos indican que la mayoría de los inmigrantes de México y América Central proviene de la parte inferior del espectro educacional en sus países de origen. En contraste, quienes llegan de América del Sur y el Caribe tienden a ser más educados que aquellos que se quedan.

Entre los efectos positivos de las remesas se encuentran la reducción de la pobreza, mayores ahorros, mejor acceso a salud y educación y aumento de la capacidad empresarial, así como estabilidad macroeconómica, y menor volatilidad e inequidad.

Algunos efectos negativos incluyen la potencial pérdida de ingresos asociada con la ausencia de los emigrantes del seno de sus familias y comunidades, ya que las transferencias no son exógenas, sino un sustituto de los ingresos familiares que estos trabajadores habrían generado en caso de no emigrar. Además, las transferencias reducen la fuerza de trabajo en los países de origen, pueden generar una sobrevaluación del tipo de cambio y, por lo tanto, reducir la competitividad del país que las recibe.

El éxodo de profesionales y trabajadores capacitados también es un importante costo que afecta en forma particular a los países del Caribe. En varias de sus islas, cerca de 30 por ciento de la fuerza de trabajo ha emigrado, a diferencia de sólo 10 por ciento en los países latinoamericanos fuera del Caribe. Más de 80 por ciento de las personas nacidas en Haití, Jamaica, Granada y Guyana que han obtenido algún título de educación superior vive en el extranjero, principalmente en EE.UU.

El estudio indica que para aumentar el impacto positivo de las remesas, deben continuar las gestiones para reducir los costos de transacción. Además, los países deben mejorar el clima de inversión, fortalecer el entorno normativo para las transferencias y aumentar el acceso a servicios financieros entre los emigrantes y sus familias, a través de instituciones financieras más pequeñas, como cooperativas de crédito y empresas de microfinanciamiento, entre otras.


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