Sunday, November 19, 2006

Sobre la recesión económica estadounidense

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-EL COMERCIO, PERU-


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El crecimiento de la economía de Estados Unidos no arrastra al de América Latina, más bien arrastra a la emigración

Desde fines del año 2005 se discutió la posibilidad de una recesión en la economía estadounidense, discusión que parecía anodina a la luz de los índices Dow Jones y sus tendencias al alza. Como se sabe, el índice Dow Jones debe anteceder en un semestre la tasa de crecimiento real de la economía, según determinó Charles Dow en su tiempo. Esto se ha mantenido relativamente cierto y, salvo la existencia de burbujas especulativas, la bolsa sirve para predecir la conducta de la economía real en las economías complejas de capitalismo avanzado.


La evidencia de que el déficit fiscal estadounidense pone en juego la estabilidad de la economía global es un tema ajeno a las discusiones en el país del norte. Con 7% de déficit fiscal en el PBI y algo similar en el déficit externo, todos los agentes externos están anticipando un ajuste, sea manual o automático, mientras la bolsa sigue una tendencia en general alcista, habiendo pasado recientemente la barrera psicológica de los 12.000 puntos. Durante la campaña electoral George W. Bush dijo que los demócratas alzarían los impuestos, frase que sonó a amenaza al electorado pero que también podía hacer prever que el ajuste será automático. Para el empresariado, la reducción de impuestos es una gran noticia y las bolsas lo reflejan.

Lo más probable a estas alturas es que el impacto de que China y Rusia comiencen a guardar parte de sus reservas internacionales en euros resultará en una menor demanda internacional de dólares. Con ello, el dólar continuaría su trayectoria devaluatoria en relación principalmente con las principales monedas comerciales de Asia, pero también de América Latina, con la excepción de México y Centroamérica. Y es que el tratado de libre comercio de América del Norte (TLCAN) y la historia comercial de México y Centroamérica impiden la autonomía en la política monetaria de los socios menores. Lo positivo de esto es que el precio del oro en dólares tiene una tendencia general de largo plazo alcista.
El impacto dentro de Estados Unidos del déficit fiscal de 7% del PBI durante seis años ha sido alimentar el consumo y la inflación. Algunos se refieren a este fenómeno como la burbuja de los bienes de raíces.

El déficit fiscal estadounidense anual, diez veces el tamaño del PBI peruano, arrastra demanda pública en el sector Defensa en especial y absorbe ahorro externo por esa cantidad. Esto se eslabona con la economía de China, donde las empresas estadounidenses subcontratan las partes y piezas del sector Defensa. Sin duda, el déficit estadounidense ha tenido una repercusión sobre el precio de las materias primas, aunque en la estadística se vea que China es el primer consumidor de algunas de ellas.

La caída de los precios futuros indica que no se espera que se pueda mantener el déficit liderado por Defensa. Este es un mensaje del mercado que está ignorando el mensaje político de que la guerra sigue en Medio Oriente. O quizá es un mensaje cifrado de que no es posible seguir en esta guerra.

Relación con América Latina

¿Cuál es el significado del crecimiento de Estados Unidos sobre América Latina? Las tendencias de largo plazo indican que no hay gran relación. En realidad, desde 1981, las economías latinoamericanas están moderadamente estancadas mientras crece la de Estados Unidos. Las brechas de ingresos han crecido de modo que se ha generado emigración de esta región hacia aquel país. La crisis de la economía estadounidense del 2000 al 2003 tuvo un impacto significativo sobre México y Centroamérica, pero casi no tuvo impacto sobre el Perú, que siguió con su anémica tendencia (ver los círculos) a pesar de que los índices de las bolsas de valores cayeron 75% en los principales mercados. Siendo una recesión muy importante, en el gráfico se ve un leve respingo de la tendencia general. La recuperación del 2003 al 2006 no ha tenido una reacción análoga simétrica para América Latina.

Las políticas aplicadas desde 1981 han servido sobre todo para fortalecer el crecimiento de la economía de Estados Unidos. El escaso crecimiento latinoamericano desde 1993 tiene poca relación, por lo visto, con el estadounidense. A la inversa, parece haber una relación positiva entre el estancamiento de América Latina y el crecimiento de ellos. El crecimiento de las exportaciones desde el año 1990, como se aprecia, no impactó significativamente sobre el crecimiento latinoamericano agregado.

La brecha de los ingresos entre Estados Unidos y América Latina, que estuvo reduciéndose antes de 1981, se está ampliando desde entonces de manera incontenible. El crecimiento de la economía de Estados Unidos no arrastra al de América Latina, más bien arrastra a la emigración.

Al haber dejado de ser exportador de capitales y haberse convertido en importador de capitales netos, Estados Unidos con su recesión podría aliviar la demanda de recursos externos y dejar de hacer 'crowding out' sobre el resto de las economías menores en los mercados de capitales. Esto sin duda tendría un impacto sobre la tasa de interés que podría comenzar a bajar. Esto es también una buena noticia fuera del país en recesión. ¿Dejará América Latina de ser un exportador neto de capitales? No hay evidencia de cambio de tendencia. ¿Se habrá convertido China en la locomotora esperada?

La única mala noticia es si los agentes se tornan racionales y deciden que las inversiones en bolsa en dólares han dejado de ser rentables, considerando la devaluación de la moneda de dicho país. En la medida que deja de ser moneda de reserva porque la confianza en dicha economía se está erosionando, es posible que dejen de ser la bolsa neoyorquina y las inversiones en bienes raíces estadounidenses una reserva.

En ese marco, los extranjeros podrían salir de la economía y de los dólares hacia yenes y depósitos en dólares de Hong Kong, acentuándose la tendencia iniciada por algunos bancos centrales importantes.

También es posible que Irán establezca una plaza en euros para el mercado de futuros del petróleo --donde los precios no tienen mayor inestabilidad--. Igualmente, la tendencia al desinfle de los precios de los bienes raíces podría generar un impacto adverso sobre la demanda de dólares. Los precios están comenzando a bajar en Nueva York, pero siguen desproporcionadamente altos en relación al crecimiento de la economía.

El problema central es si habrá un manejo responsable de las finanzas públicas en la economía más grande del mundo o si seguirán festinándose el prestigio construido antes. El problema de la economía mundial hoy, como en 1981, es Estados Unidos y su política fiscal. Para ellos, su capacidad de crecer es ilimitada y a toda costa.

No están mirando por el retrovisor quién viene detrás, como no miró Reagan en 1981 cuando puso pie a fondo en el gasto fiscal mientras mantenían ajustada la política monetaria lanzando al tercer mundo a la crisis de la deuda por el alza histórica y nunca repetida de las tasas de interés. Tampoco Nixon miró por el retrovisor cuando terminó con las paridades fijas de golpe, rompiendo el concepto de reserva de valor de dicha moneda construido en 1944 en el propio Departamento del Tesoro. El impacto de la devaluación del dólar de los años 70 es por todos conocido y fue reconocido como el alza de los precios en dólares de las materias primas y del petróleo.

La diferencia ahora con 1981 y 1971 es que los actores externos están alertas por la experiencia anterior que nadie quiere repetir, salvo los de la Casa Blanca. Es posible que no la puedan repetir porque no se la asumirán. Le dijo el ministro de Economía chino a Paulson, en Singapur, "ajuste sus cuentas fiscales". No lo quieren hacer y quizá se vean obligados. Es de subrayarse que los presidentes anotados son todos republicanos, sin visión del mundo y, sobre todo, con equipos económicos que incluyen premios Nóbel ignorantes de lo que ocurre más allá de Kansas.

El problema hoy no es una breve y poco profunda recesión estadounidense, sino si el dólar se va a devaluar más rápidamente que hasta ahora y qué podría significar para las economías dolarizadas. Una amenaza de devaluación más acelerada del dólar podría precipitar una salida de capitales de las bolsas en dólares hacia otras monedas con impactos incalculables en la credibilidad de la economía mayor. George W. Bush y su equipo económico claramente no aprecian esto. Desdolarizar los ahorros y los precios está a la orden del día, por las dudas.

México DF, noviembre del 2006

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