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SANTO DOMINGO.- El presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep) afirmó que las últimas cinco reformas tributarias aplicadas en el país en seis años mantiene inmerso al sector empresarial en un proceso severo de fatiga tributaria
Al hablar en el marco de su presentación en el Almuerzo Mensual de la Cámara Americana de Comercio, Lisandro Macarrulla expresó que cada vez que se produce una reforma de este tipo los indicadores fiscales suben por un tiempo y luego vuelven a la posición anterior. La razón, sostiene, es que no se trata de verdaderas reformas, sino de improvisaciones tendentes a resolver apremios fiscales de corto plazo, que dejan abierta o ensanchan la brecha entre los que pagan y los que no lo hacen.
A su juicio, la consecuencia es que la evasión crece y las empresas formales enfrentan una competencia desleal cada vez más acentuada, e indicó que es tiempo de ordenar racionalmente el universo tributario y el fiscal.
Afirmó que salvo excepciones bien justificadas, los impuestos no deben convertirse en costos para las empresas, lo cual debería convertirse en un requisito básico. Consideró que el sistema tributario no debe ser usado con fines de ejecutar políticas “redistributivas”, ya que eso crea fuertes distorsiones y facilita el camino a la evasión.
“Esa no es la vía adecuada, pues el propósito redistributivo se consigue con mayor eficiencia a través del gasto público. Asimismo, estamos conscientes de que los tributos deben ser suficientes para que el Estado ejerza adecuadamente sus roles, con la condición indispensable de que el gasto sea estrictamente racional”, entiende.
Reforma
El presidente del Conep expresó que cuando las circunstancias lo ameriten es debido revisar toda la estructura tributaria, de manera integral, para que sea duradera, lograda por consenso entre las fuerzas políticas y sociales, orientada a ampliar la base, reducir la evasión, eliminar impuestos que actúan como costos para las empresas, simplificar el sistema, bajar las tarifas hasta el límite de lo posible, a la vez que las recaudaciones alcancen un nivel de suficiencia adecuado para atender las necesidades del país.
Macarrulla considera que el gasto público tiene que ser objeto de revisiones profundas, que justifiquen el esfuerzo que se haga por el lado tributario, porque de lo contrario, no valdría la pena hacer nada.
Dijo que el país carece de política definida de remuneraciones públicas porque cree que los ejecutivos de alto nivel deben recibir la retribución que corresponda a su capacidad.
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